Cerré los ojos
y mi alma despertó resuelta.
Supe a destiempo
que querías explorar otro mundo
y dar rienda suelta
a esa soledad hechiza
disfrazada de fiesta.
La cadena sonaba
aun con la puerta abierta
y te asomabas por defecto,
estrechando el cerco
de las rudas apariencias.
Partiste a la otra vida
desde la bruma sincera
esa que soñabas
donde quieras que estuvieras.
* A mi amigo Enrique Arias Valencia, de Mejico.